martes, 13 de febrero de 2018

Nautilus, el molusco con nombre de novela

Nemo, el capitán del submarino que navegó 20.000 leguas de viaje submarino, puso a su nave el nombre de este molusco. Probablemente Julio Verne, eligió para su novela el nombre de este molusco por su significado en griego: marinero, navegante. 

El Nautilus es un fósil viviente, un cefalópodo (literalmente, cabeza y pies) que ha permanecido prácticamente sin cambios desde hace 500 millones de años. Pariente de pulpos, sepias y calamares, es el único que mantiene una estructura ósea exterior con forma de concha. 

La forma de su concha hace que muchos confundan al Nautilus con un caracol, y es lo más llamativo de este molusco. Constituida por carbonato cálcico, por fuera tiene la apariencia de porcelana, mientras que el interior es nacarado, lo que ha convertido en un elemento codiciado en el mercado ornamental y artesanal.

A medida que el animal crece y la concha se le queda pequeña, fabrica una extensión mayor y se traslada a ésta, separándose de la cámara anterior por un tabique. Los ejemplares de mayor edad pueden cargar con treinta cámaras vacías a sus espaldas.

Esas cámaras vacías son el recurso del animal para controlar su flotabilidad, y es un sistema tan eficiente que ha sido imitado en la construcción de submarinos. En el centro de los tabiques un minúsculo agujero permite que pase un fino cordón (sifúnculo) que las une todas. 

Las particularidades de este molusco, la proporción áurea de su concha y su riesgo de extinción fueron el contenido de la sección Cajón de Buzo de la edición 180 de la revista Acusub. Para descargarla libremente: Acusub 180


El Wilhelm Gustloff: 9.000 víctimas, la cámara de ámbar y el oro nazi.

Durante la II Guerra mundial el ejército rojo avanzaba imparable mientras la población se desplazaba en masa hacia la costa polaca para embarcar hacia Alemania. El mando alemán destinó a todos los barcos disponibles al puerto para recoger a los refugiados. Entre ellos estaba el trasatlántico Wilhelm Gustloff. 

En el muelle de Gotenhafen, a 10º bajo cero, se agolpaban alrededor de 60.000 personas. La mayoría eran civiles desplazados y soldados enfermos y débiles, puesto que los sanos y jóvenes habían sido trasladados al frente. Entre los civiles había unos 4.000 niños. 
Se habilitaron todos los rincones posibles del barco, se drenaron las piscinas, se sacaron los muebles, cualquier espacio en el que cupiera una persona fue despojado de enseres.
La cámara de ámbar que podría estar desmontada en la bodega
Se hizo imposible contabilizar a todos los que estaban entrando, hasta el punto de que el barco se distanció del muelle para que no subiera más gente, y aun así hubo quien trepó por las maromas. 

Oficialmente, las cifras fueron: tripulación, 173 hombres; 918 oficiales y marineros; 373 mujeres del Cuerpo Femenino Auxiliar de la Kriegsmarine; 162 heridos y 8.956 refugiados. En total, 10.582 personas. 

De ellas, 9.343 perecieron en el naufragio. Fue la mayor catástrofe humana en la historia de la navegación. 

El relato completo de los hechos, incluidas las leyendas sobre la cámara de ámbar o los camiones de oro ocultos en la bodega del barco fue el reportaje publicado en la edición 180 de la revista digital Acusub. Para descargarla libremente: Acusub 180